domingo, 29 de marzo de 2009

Los Nuevos Invitados a la Fiesta



Antes de cumplir los 9 años, mis padres decidieron cambiarme de escuela. La de mi barrio El Poro me gustaba, pero encabronado pedía que me pasaran a alguna del centro de Turrialba. Eso sucedió en el verano del 86.

Mi padre Carlos Rodríguez Vargas ya me había ensañado los primeros acordes en la guitarra. El había aprendido en las calles, de trovadores nocturnos, borracheras y serenatas. Estas ultimas quizás ya no sean tan comunes como en aquellas épocas, ya que muchos podrían asociarlas con los mariachis que vemos cada noche al lado del Teatro Nacional. Sin embargo, en aquellos días eran muy necesarias para terminar de enamorar a una mujer, ganarse unos cincos o al final, pegarse una buena juma.

Llegue a la escuela Mariano Cortes e inmediatamente me metí en la estudiantina. La profesora Marigen de inmediato me pregunto que quería, yo sin dudarlo le respondí de una, quiero un grupo de rock. Ella en realidad preguntaba que instrumento quería tocar. El susto que tuvo cuando me escucho pronunciar esas palabras se lo paso a mi padre, quien decía que esos cassetes con música que tenia en mis gavetas eran los que me estaban metiendo cosas.

El quería que yo tocara lo de el. Claro, no piensen que mi papa es trovador de imitar canciones de Luís Miguel o los Tres reyes (que además me encantan), sino que desde finales de los años 70 paso a formar parte de uno de los grupos mas importantes del folklore nacional , LOS SUKIAS. A cargo de don Alfonso Quesada Hidalgo, pezetero de corazón.

Por todo el país y fuera de el, un cuarteto de hombres cantaban tambito. Mujeres, la patria y claro los chistes de pueblo fueron sus temáticas y por supuesto que verlo tocar la guitarra me emociono y me señalo lo que yo quería. Junto a el siempre estaba don Víctor tocando su acordeón. Un instrumento nada extraño en mi casa, donde sus sonidos siempre anduvieron escabulléndose como cucarachas por las noches.

23 años después, mi padre esta orgullos de que SEKA continúe existiendo. No le gusta del todo, pero la música es música y el la ama. Mas aun cuando le conté que desde octubre del año anterior decidimos darle a nuestro publico algo diferente y meter el acordeón de Miguel y el contrabajo de Alejandro.

Queríamos tratar de cambiar nuestro set musical, nuestra puesta en escena, dejarle algo nuevo a la gente que normalmente se acostumbra a escucharnos. Salir de las mismas canciones, el mismo orden, la misma petición de la gente y para nosotros un refrescante arco iris de nuevos sabores y colores a la hora de tocar.

No se si a la gente le habrá gustado, pero la experiencia ha sido satisfactoria. Cuatro meses de darle un giro musical a la banda que arrastraba un viejo formato de mas de 13 años en la escena.
Los adornos de acordeón me devuelven a ese verano del 86 y a papa también. ¿Quien iba a creer que en esta etapa el acordeón también seria quien acompañara a su hijo en cada presentación del rock que tanto le asusto cuando ese enanillo y flaco entro a tercero de la escuela?

El acordeón y el contrabajo son los nuevos invitados a esta fiesta. Les damos la bienvenida, aunque en mi caso el primero es un viejo amigo de papa y un viejo tío mío.


2 comentarios:

  1. Mmm. Esta idea tuya me va a facilitar mucho el trabajo :)

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  2. eso exactamente estaba pensando yo, mi querida Furia...

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