martes, 16 de febrero de 2010

San Jose Ciudad


Crecer duele - Lorena Rojas. Periodista y amiga.

Estoy muy cerca de cumplir los mismos años de vivir solo que los que viví junto a mis padres. A los 17 años me vine para San José a estudiar e iniciar mi vida lejos de ellos.

Esto sucedió obviamente al ser un hijo de la zona rural, circunstancia que acompaña al resto de mis mejores amigos y que también están cercanos a cumplir esta misma anécdota. Creo que ya con solo eso, se pueden imaginar la cantidad de cosas que he tenido que vivir solo. Desde las enfermedades mas agobiantes, los triunfos laborales y los fracasos personales.

Esta lejanía me hizo abandonar mi casa cuando mi hermano menor apenas cumplía los 3 años de edad, cierta culpabilidad que cargo encima de no ser su mejor amigo, ni estar tampoco en los momentos mas importantes de su crecimiento. Todo por la necesidad de sobrevivir en un mundo donde el que no trabaja no come. Aunque también hay mucho de fiesta y libertinaje propio de mis primeros años en la capital y otras vivencias que también me han hecho mas fuerte.

Es así como con el pasar del tiempo, aprendí a tener que cuidarme solo y a jugar en el mundo de los adultos con sus bondades y sus tristezas. Saber lo que es coger un bus equivocado que me dejo abandonado en medio de los guidos en Desamparados o dejar mi maleta de ropa para toda la semana perdida en una parada de bus josefina sin derecho a recobrarla.

Llegar en la noche a la casa luego de trabajar y saber que no había luz, debido a que se había olvidado de pagar la cuenta y demás cosas que va aprendiendo uno con el tiempo.

Con el pasar de los años, muchas de las canciones de seka reflejan el modo de vida de un grupo de jóvenes que dejaron atrás sus familias para convertirse en hombres en un lugar que hoy no es ajeno, que se transformó en la casa que jamás soñamos. Un grupo de personas que intentamos todos los días en un mejor futuro y construimos nuestro destino con cada decisión.
Aprender que nuestro voto vale en las elecciones es importante, que hay que pagar cuentas, que la salud es primero y que la familia también. Actualmente mi hogar esta quebrantado por la distancia emocional y territorial. Unos por aquí, otros por allá, pero seguimos tratando de mantener el núcleo unido.

Antes no quería estar con mi familia, hoy más bien anhelo esos años infantiles en que todos almorzábamos o cenábamos juntos en la misma mesa.

Esto lo dedico para quienes aun se sienten hijos de la zona rural, para los que todos los días arriezgan por ser algo, por los que salen temprano a trabajar, por los que olvidamos los tragos amargos, para los que toman las mejores decisiones aunque estas no los hagan felices... para quienes esta gran multitud que es la capital, muchas veces es la soledad mas aterradora.