Siempre hay una primera imagen cuando a uno le
preguntan que recuerda sobre algo: En el caso específico de mi abuelo Melico,
la respuesta podría durar días, semanas, meses y años.
Desde los recuerdos de mi madre, pasando por cada
uno de los miembros de la familia Zamora Núñez. Desde el día que en una
travesura alguna de mis tías se cayó desde lo alto de un árbol o una palmera. Hasta
el día que caminando por la playa de
Puerto Vargas donde estábamos acampando, el viejo metió su patota en un hueco
con caca de alguno de nosotros.
Pero bueno, me toca a mí y para no hacer esto
demasiado largo empezaré por mis recuerdos más antiguos. El primero una foto de
abuelo montado en un caballo blanco, que de fijo alguien debe recordar el
nombre. Siempre me impresionó y hoy me sigue impresionando. Representaba lo que
era para mí. El líder, capataz de la hacienda, el guerrero que cabalgaba
delante de todos nosotros. Siempre entendí desde muy niño que si abuelo no hubiera
nacido nosotros no existiríamos. Que importante eso de ser líder.
La otra imagen que tengo es de una foto casi amarilla
que debe conservar mamá donde salgo yo en la playa de Puntarenas en los 80s. No
se si sale abuelo específicamente, pero estaba ahí a la par de nosotros. Lo
recuerdo perfectamente. Yo vestía una gabacha tipo panameña color blanca. Su
importancia radica en que si hay algo que valoro era esa necedad de abuelo por
las excursiones. Darse mala vida con esa vaina, que al final todos disfrutamos
de alguna forma. Hay que estar bien convencido para meterse en una empresa como
esa y creo que eso heredé de él, esas ganas de siempre andar paseando. Ir a
Puntarenas, a Quepos o Manuel Antonio, pero ir a la playa y tratar de pasarla
bien con lo poco que había.
Vuelve a referirme la figura de líder y bueno, ya
comente lo de puerto Vargas que anda por ahí también.
No se si estoy en lo cierto, pero me gustaba creer
que para abuelo yo era importante. Por el echo de ser el nieto mayor de la
familia. Nunca nadie lo dijo y espero que nadie diga lo contrario, pero siempre
me gusto ese título.
Algunas señales formaron ese pensamiento y al final
también me terminaron modelando como ser humano. Abuelito me buscaba a mí o yo
me iba con él a meter a la casa de Mengo (mi padrino). Con una caja de cassetes
llegaba a robarle toda la música que pudiera. Y pasaban horas hablando de
música. Yo observaba, escuchaba y me divertía. Recuerdo ver los discos de
acetatos dando vueltas y ver las portadas que me llamaban poderosamente la
atención. Creo que eso también me formó como músico, porque al chile que me
gustaba ir con él a robarnos esa música.
Finalmente, nunca podre arrancar de mi mente cuando
lo visite a escasos días de viajar a Argentina en el 2007. Fui a contarle y a
conversar como lo hacía algunos domingos. Sentados en la ya la nueva casa, me
pregunto si llevaba sombrero o gorra a Buenos Aires. Le dije que no. Inmediatamente
fue al cuarto y saco cuanto sombrero y gorras tenía para que me probara una a
una. La verdad ninguno me gusto, pero a él le parecía que un par eran los adecuados
para llevarlos en mi viaje. Tenía dos razones, me dijo que la gente de esos
lados de Argentina eran muy educados y que así como en el pasado en Europa,
todos usaban sombreros. Que eso hablaba de la educación que tenían los suramericanos.
Luego me aseguró que si me llevaba el sombrero que decía “costa rica pura vida”,
sin duda me iba abrir muchas puertas a donde fuera. Que los argentinos tenían
un buen concepto de nosotros y era mejor andar identificado.
La gorra me la dio, pero no la llevé.
Por suerte pude tener un abuelo a quien querer.
Después de tantos años, yo quisiera tener aún a esa figura paterna, a ese tipo
de hombre lleno de sabiduría popular para que me diera uno que otro consejo o
por lo menos me escuchara cuando no tengo quien.
Melico no morirá nunca en mi corazón.
Posdata: Siempre le lleve la contraria. Él era de la
liga y yo de la S.
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